Hace unos días leíamos que Intel ha comprado software de vídeo y patentes a Real Networks para potenciar las capacidades multimedia de sus chips, una operación valorada en 120 millones de dólares y que incluye patentes de aplicaciones y software de codificación para la transmisión online de vídeo de próxima generación. Parece que la intención del gigante informático es fabricar SoCs (Systems on a chip) que incluyan capacidades multimedia de alta definición y opciones de seguridad, entre otras, dirigidos especialmente a dispositivos móviles. A ello se suma el aumento de las capacidades gráficas de sus procesadores para portátiles y PCs sobremesa con los nuevos chips Ivy que soportarán nuevas tecnologías para audiovisual.
El boom del vídeo en Internet es innegable y parece que esto es sólo el principio. Basta ver que los usuarios ya reproducen diariamente más de 4.000 millones de vídeos en YouTube, la plataforma de videos de Google, un 25% más que en los últimos ocho meses, y suben unas 60 horas de vídeo por minuto, diez veces más que en 2007.
La posibilidad de ver, oír e interactuar de forma online e inmediata con personas situadas a miles de kilómetros a través de diversidad de sistemas (ordenadores, smartphones, tablets, pantallas de TV,…) aporta un abanico de posibilidades que resulta casi difícil de imaginar. Tanto los fabricantes de chips y sistemas informáticos como los proveedores de servicios de telecomunicaciones y acceso a Internet o los suministradores de contenidos llevan ya tiempo tomando posiciones en este nuevo y cada vez más atractivo mercado.
Quizá lo más curioso de todo este proceso es que han sido los usuarios, a título individual, quienes han liderado el cambio tecnológico convirtiéndose en prescriptores de determinados sistemas. Ahora que la tecnología ha alcanzado cierto grado de madurez, la videoconferencia y la telepresencia gestionadas llegan al ámbito empresarial en las mejores condiciones para demostrar su capacidad, eficiencia, facilidad de uso y las economías de escala que pueden generar en forma de ahorro de tiempo y dinero en viajes.
Si ya prácticamente cualquier usuario de ordenador es capaz de ver y subir vídeos a plataformas de Internet como YouTube, la posibilidad de utilizar la videoconferencia como solución de empresa 100% gestionada (con la capacidad, calidad y resolución adecuadas) resultará enormemente atractiva.