El nuevo CIO

Publicado mayo 8, 2012 Varios
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El papel del CIO se ha entendido tradicionalmente vinculado al desarrollo y gestión de los principales activos de información de la empresa, pero lo cierto es que muchos de ellos dedican la mayor parte de su tiempo a gestionar operaciones, plataformas, productos, proveedores y contratos. Mientras estamos ocupados en el funcionamiento del día a día de la empresa, conviene no perder de vista que el mundo está cambiando. El viejo refrán de que “exageramos lo que puede lograrse en un año y subestimamos lo que se puede conseguir en cinco” nunca ha sido más cierto.

Los CIOs actuales son pioneros de una nueva generación de ejecutivos que aportarán a las empresas todo un conjunto de nuevas habilidades y capacidades cada vez más apreciadas, según vaticinan los expertos de Forrester. Dos aspectos están influyendo de forma decisiva en el cambio de roles de los CIOs: el crecimiento de la externalización y la evidencia de que no existe una única solución IT que sirva de llave maestra para atender todas las necesidades de las empresas.

Incluso las grandes organizaciones que hasta ahora se habían resistido a la externalización de procesos empiezan a analizar el sobrecoste (en términos económicos y también estratégicos) que supone el seguir atados a sistemas y procesos internos, mientras sus competidores se apoyan en proveedores especializados y con modelos más flexibles. No se trata de subcontratar tecnología, externalizar los procesos de negocio (BPO), ni siquiera de servicios gestionados. El asunto es que la tecnología cada vez está más fuera de nuestro control en la organización y este rally es imparable. Por eso el CIO debe empezar a desarrollar sus capacidades de negociación de compras y gobernanza.

Las tecnologías de la información se han basado en ‘ideales’ de consolidación y centralización durante las tres últimas décadas. Un sistema, un repositorio, un lugar para almacenar cosas… Durante años hemos escuchado que a los usuarios no les preocupa dónde están las cosas, sino cómo acceder a ellas. Por tanto, no se trata de tener un único repositorio, sino uno perfecto. Google no gestiona toda la información del mundo, pero da respuestas. Conviene ir olvidándose de los grandes paradigmas, la ‘big suite’ y el proveedor estratégico y empezar a preguntarse cuál es la herramienta adecuada para cada cosa.

El trabajo va a cambiar y las herramientas también deberían hacerlo. Las grandes fórmulas químicas son el resultado de una combinación correcta de ingredientes. Por qué limitarnos a un único proveedor, una plataforma o un idioma, cuando tenemos tantas alternativas? Conviene aprovecharse de la diversidad, pero sin perder de vista la gestión. Cada organización tendrá que desarrollar su modelo de aprendizaje continuo, que no puede basarse en algo tan simplista como elegir bien una vez, sino en hacerlo siempre, como corresponde al momento de enorme y fascinante dinamismo que nos ha tocado vivir.


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