Protección ante desastres

Hace apenas unos meses se conmemoraba el primer aniversario del terremoto y el tsunami que azotaron Japón y que arrojaron un saldo de 15.000 muertos y más de 300.000 personas sin hogar. En aquellos momentos difíciles, el mundo entero trataba de asimilar el desastre humano, el Gobierno japonés se enfrentaba a un desastre económico y algunas de las mayores empresas de tecnología del mundo se preparaban para las consecuencias de una situación sin precedentes ni siquiera en el videojuego más despiadado.

Sony declaró pérdidas de 190 millones de dólares en el trimestre que siguió al desastre y se vio obligada a cerrar algunas fábricas afectadas, al igual que hicieron Sharp, Panasonic y alguna gran marca más. La inversión en reemplazar y reparar equipos fue astronómica y, cuando apenas se estaba recuperando, llego otro desastre: las inundaciones en Tailandia, las peores en más de 50 años. El impacto de estos dos acontecimientos todavía se deja ver en la escasez de algunos componentes y el aumento de los precios.

A raíz de aquello, algunas compañías empezaron a pensar en modelos de descentralización que permitan mantener la actividad en caso de catástrofes naturales o de otro tipo, proteger la cadena de suministro y minimizar las interrupciones en la producción.

Algunos expertos ya advierten que internet podría ser la que se lleve la peor parte en el próximo desastre natural de envergadura. Buena parte de Internet se transmite por cables bajo tierra o sumergidos en el mar y existen una serie de puntos críticos donde los desastres naturales pueden tener un efecto serio. Uno de ellos es la costa de Japón, por donde discurren varias conexiones entre Asia y Estados Unidos. Si el terremoto de 2011 hubiese tenido lugar 200 kilómetros más al sur, prácticamente todos los cables marinos del Pacífico habrían quedado fuera de servicio, con consecuencias impredecibles.

Pero como ocurre cuando la red de Metro o una autovía están congestionadas, es posible encontrar rutas alternativas que permitan dar salida al tráfico, sea de datos o de personas. Con muchos centros tecnológicos asentados cerca de las grandes fallas terrestres (San Francisco, sin ir más lejos), la táctica de la mayoría de las compañías de tecnología es asegurarse de sobrevivir, si lo inevitable llega a suceder. La solución está en contar con una red diversa, que ofrezca la mayor cantidad posible de opciones de enrutamiento. Es el plan B imprescindible para cualquier empresa que confíe en su propia capacidad de perdurar.