Varios informes recientes (Cisco, A.T.Kearney, TelLabs.) coinciden en que las redes de telecomunicaciones mundiales están llegando a su saturación. La explosión de las redes sociales, del vídeo online y de otras aplicaciones que requieren redes de alta capacidad está disparando el consumo de ancho de banda a un ritmo muchísimo mayor que el de las inversiones permitidas por los accionistas de las operadoras a tenor de la crisis y del previsible dividendo. Como prueba, un dato: A.T.Kearney estima que el tráfico en las redes fijas europeas prácticamente se multiplicará por cinco entre 2009 y 2014, pasando de 3.236 Petabytes/mes a 14.600 Pb. En el móvil, el consumo se multiplicará por 15, pasando de 32 Pb a más de 500 Pb.
Para mantener en el futuro las redes de telecomunicaciones europeas al ritmo de rendimiento actual, serían necesarias inversiones de más de 36.000 millones de euros en cuatro años, cuando la previsión más generosa maneja las inversiones a realizar hasta 2014 en torno a los 26.000 millones de euros en todo el continente. La operación es sencilla: faltan 10.000 millones. Se anima el debate sobre Internet de dos velocidades: servicio básico y Premium (o el que consume más, paga más).
El escenario de las empresas de telecomunicaciones –tradicionalmente intensivas en I+D+i –no es sencillo: durante unos años, el problema era tener que trabajar contra reloj para hacer crecer las redes, luego saber manejarse sobre un marco de arenas movedizas donde lo que ayer iba a ser rentable, mañana no lo es, por obra y gracias de caprichos de la naturaleza, llámense cambio de tendencia, de tecnología, de orientación de la demanda, … Con la debacle .com (aún latente en nuestras memorias) y la incertidumbre que domina el panorama económico actual, se ha impuesto más el análisis financiero y el sentido común.
Antes de invertir, todas las empresas hacen sus números. Trabajan por proyectos y bajo el paraguas de la rentabilidad. En la implantación de tecnologías empieza a suceder lo mismo. Aquí se suma la ventaja de la tecnología como herramienta de cambio y competitividad frente al contrario. La fusión de servicios TI y telecomunicaciones, por ejemplo, permite poner en marcha un negocio en pocos días y sin invertir en infraestructura de hardware. Todo está en la red. Este cambio de paradigma traerá nuevos modelos de negocio y una clara transición desde los sistemas de financiación tradicionales basados en el “CAPEX intensivo” a fórmulas con más peso en el OPEX, buscando un mejor balance entre riesgos y beneficios que conviene aprovechar. No sólo entre las empresas del sector (que también aplica) sino en la economía en su sentido más amplio. Al fin y al cabo, la tecnología está pensada para hacer las cosas más fáciles.