En nuestro futuro populista, la visión de la gestión sencilla se viene abajo por dos razones: la escalabilidad y la virtualización. Los servicios del futuro podrían ser más sofisticados que los del presente, pero esa sofisticación tendrá que ser invisible para el usuario… o esos servicios fracasarán. La red no crece porque haya más compañías del Fortune 500, pero sí debido a que cada empresa y cada usuario depende cada vez más de la red. Ningún mercado masivo puede sobrevivir a la complejidad, y lo que hace que las cosas sean sencillas es la gestión.
Las prácticas de la gestión han sido bastantes sencillas hasta ahora. Se puede construir una red de dispositivos, y los dispositivos tienen puertos y enlaces, y las características que se representan en una o más estructuras de datos las llamamos “MIBs” para “las bases de gestión de la información”. El estado del MIB se revisa periódicamente en un centro de operaciones para ver si las cosas están funcionando, o cuando se reporta un problema, y poder tomar las medidas correctivas. Es sencillo.
En nuestro futuro populista, esta visión de una gestión sencilla se viene abajo por dos razones: la escalabilidad y la virtualización. La gestión tradicional de la red tenía tal vez doscientos mil usuarios, todos se encontraban al menos en medianas y grandes empresas, porque era donde estaban muchos usuarios de servicios de la red. Hoy en día, hay muchos miles de millones de usuarios. Las cosas deben ser automatizadas o se olvidan, lo que significa mejores esfuerzos. La mayoría de nuestras iniciativas de gestión en los últimos 20 años han estado centradas en conseguir mejores esfuerzos. No administrar servicios, administrar los recursos. Se tiene la infraestructura, hay peticiones de servicios, y hay que planificar un nivel de servicio. Si se puede mantener la infraestructura funcionando con el plan de las demandas, se genera el nivel de servicio que se ha planificado.
La virtualización rompe eso, junto con un montón de otras normas de gestión. Un “servicio” o una “red” es ahora una colección de casos de funcionalidad alojados en algún conjunto de recursos. Cada servicio/red compite por una cantidad de recursos, y todos ellos son conscientes de los otros. Algunos requieren una calidad bastante estricta en cuanto a experiencia y otros no mucho; algunos son muy valiosos y otros no tanto. Esto solo hace que la gestión eficaz del abanico de recursos sea difícil de aplicar en general; hay que reconocer al menos todos los tipos individuales de servicio.
Un router real en una red tiene una dirección y un MIB que ofrece su estado. Un router virtual podría ser extendido a través de una pareja de máquinas virtuales en un par de servidores conectados con interruptores virtuales y reales, lo que le da amplitud geográfica.
Está claro que la gestión de los servicios futuros pasa por la automatización de los servicios. También, la gama de opciones de gestión abarcan desde la gestión por cliente-y-servicio, en donde “vemos” y “controlamos” (en el software) desde el comportamiento de un servicio detallado, a nuestra visión de mejores esfuerzos, donde todo lo que hacemos es mantener un grupo de recursos funcionando y esperar lo mejor. La gestión de los futuros servicios tiene que seguir ese mismo camino.
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